Tuesday, August 30, 2016

# E 0054: La valla de Wittgenstein

# E 0054

Cambié el título para adecuarlo al tema que hemos empezado a desarrollar en el último mensaje.

Lo que comenté al final la vez pasada me inspiró a una breve observación más: hay dos cosas que dijo Wittgenstein sobre la redacción filosófica, que apuntan en direcciones opuestas y creo que, en su intención, son correctas ambas.

La primera es lo que dijo en el prefacio del Tractatus en el sentido de que, lo que hay manera de decir, se puede decir con claridad y que por lo tanto sería obligación del filósofo buscar siempre esta claridad. Y esta otra cosa, que ya insinué en mi mensaje anterior, de que lo que se diga debe inspirar al lector a reflexionar por sí mismo: no hay que ahorrarle el trabajo de pensar.

Suponiendo que hay un sentido de entender estos mandatos como apuntando en, respectivamente, una dirección correcta aunque opuesta, ambas están amenazadas por la actual forma de escribir sobre filosofía o ─peor─ de hacer filosofía:

No podemos hoy en día escribir claro, porque lo que escribimos está para un círculo de iniciados que se saben las intrincaciones del negocio y hay dejar en claro que uno es parte de este círculo de iniciados y evitar la impresión de que uno no entiende todo lo que ya se presupone para poder formar parte de él. Los argumentos se dejan truncos, con apenas insinuaciones de lo que otros miembros ya habrían dicho anteriormente.

Yo considero esta forma de redactar artículos absolutamente nefasta para revistas filosóficas orientadas a un público filosófico más amplio. Espero no caer nunca en esto.

La otra amenaza proviene de la exigencia de quienes gobiernan los departamentos de filosofía ─obligados a cumplir unas políticas nefastas dictadas por unos ideólogos con mucho poder y nula capacidad para diferenciar─ de producir una cantidad extraordinaria de papers para revistas de alto impacto. Es casi imposible que estos trabajos tengan la necesaria profundidad para hacer pensar al lector, entonces tienden a explicar banalidades hasta quedar exhaustos y dejar al lector profundamente dormido.

Lo peor de esto, desde luego, es la combinación de los dos efectos, que es lo que generalmente sucede: lo que se debe explicar, se deja en el tintero para no parecer novato, y lo que todo el mundo sabe, se está rumiando hasta dejarlo como estiércol.

No pensaba dedicar todo un mensaje a esto. La próxima vez empiezo con el tema de verdad.

Saturday, August 13, 2016

# E 0053 Lenguaje y pensamiento

No estoy muy feliz con la expresión en castellano "el obstáculo de Wittgenstein"; quizá sería mejor "la valla de Wittgenstein" o "la barrera de Wittgenstein", siempre que se piense en algo que se puede superar, como las vallas que los corredores en una competencia deportiva tienen que brincar, o la barrera de sonido que se puede romper (gracias a mi amigo Jorge Roaro por sus sugerencias).

Yo he insistido en comentarios recientes que la filosofía analítica en general está maltratando bastante a Frege, ya sea porque ignora las partes de su doctrina que choca con su propio paradigma, ya sea porque la quieren hacer caber a fuerza en ella; trataré de ser más explícito al respecto en mi comentario paralelo en inglés "Kripke's Frege". Pero, pensándolo bien, yo creo que a Wittgenstein le fue mucho peor en este sentido. Una razón de esto podría ser (si es que se acepta lo que estoy insinuando) que la filosofía de Wittgenstein es una filosofía en un sentido mucho más amplio que la doctrina de Frege, y entonces es mucho más fácil que haya colisión con varios aspectos y dogmas de la filosofía analítica en cuyo seno muchos pensadores anglosajones la quieren acomodar y que por tanto, algunas veces, estos aspectos se quieren ignorar o declarar caducos.

Quine empieza un artículo sobre Austin con estas palabras:

Había alguna vez sólo unos cuantos positivistas terapeutas y una multitud de metafísicos crónicos. Ahora hay terapeutas en todos los colegios. La epidemia fue detenida y la terapia es ahora la rutina. ¿Con qué mantendrán ocupadas sus mentes los terapeutas veteranos de aquí en adelante? Una manera es orientar sus esfuerzos contra una forma vigente, aunque menos virulenta, de la infección, a saber, contra la perplejidad filosófica en la mente del lego. Ryle en sus Dilemmas hace un intento exitoso en estas dirección. (Quine, W v. O. 1965. "On Austin's Method" Journal of Philosophy 62; re-publicado en Theories and Things. Cambridge, Mass. & London: Harvard University Press., 1981. p. 86-91. Mi traducción)

Quine no menciona a Wittgenstein aquí en ningún lado y sólo se me quedó grabado este pasaje, porque tan pronto lo leía me conseguía Dilemmas de Ryle, un libro que no me dejó tan impresionado como Quine quizá hubiera supuesto. Lo que se me quedó grabado, en todo caso, es que yo, al leerlo, lo identifiqué no con Carnap y Neurath - probablemente el objetivo verdadero del aspecto irónico que Quine quiso darle aquí según parece - sino porque lo identifiqué con Wittgenstein y su declarado punto de vista acerca de la filosofía como terapia (aunque no, específicamente, contra la metafísica), y desde luego sería difícil identificar a Wittgenstein con el neopositivismo.

En el artículo de Quine que acabo de mencionar el autor deplora también que "La teoría semántica es afectada por la ausencia de una definición general aceptable de significado." (ibid., p. 86 s.), continuando "Una definición de significado simplemente como circunstancias de uso es inadecuada a causa de la vaguedad acerca de cuánto habría de incluir relevantemente bajo 'circunstancia'." Nuevamente, Quine tampoco aquí menciona a Wittgenstein (lo menciona muy poco, en general, en su obra), y hace bien en no hacerlo, porque seguramente Wittgenstein no se puede incluir en la lista de filósofos que mantenía una teoría de significado como "circunstancia de uso", por más que haya dicho en Investigaciones filosóficas:

43. Para una gran clase de casos de utilización de la palabra «significado» ─aunque no para todos los casos de su utilización─ puede explicarse esta palabra así: El significado de una palabra es su uso en el lenguaje. (Wittgenstein, L. 1988. Traducción de Alfonso García Suárez y Ulises Moulines; México: UNAM).

El propio Wittgenstein mantuvo, no lejos del pasaje que acabo de citar, la siguiente limitación para la (su) filosofía:

109. Era cierto que nuestras consideraciones no podían ser consideraciones científicas. La experiencia 'de que se puede pensar esto o aquello, en contra de nuestros prejuicios' ─sea lo que fuere lo que esto pueda querer decir─ no podría interesarnos. (La concepción neumática del pensamiento.) Y no podemos proponer teoría ninguna.No puede haber nada hipotético en nuestras consideraciones. Toda explicación tiene que desaparecer y sólo la descripción ha de ocupar su lugar. Y esta descripción recibe su luz, esto es, su finalidad, de los problemas filosóficos. Éstos no son ciertamente empíricos, sino que se resuelven mediante una cala en el funcionamiento de nuestro lenguaje, y justamente de manera que éste se reconozca: a pesar de una inclinación a malentenderlo. Los problemas se resuelven no aduciendo nueva experiencia, sino compilando lo ya conocido. La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio de nuestro lenguaje. (Ibid. Las negritas son mías).

Lo que marqué con negritas en este pasaje es la versión mínima de lo que quiero llamar "la valla de Wittgenstein". Es una valla para toda futura filosofía que recurre a la construcción de teorías explicativas y consideraciones hipotéticas. La filosofía que quiere recurrir a estas prácticas tiene que demostrar que no cae precisamente en los errores que Wittgenstein está denunciando.

Desde luego, no es una barrera absoluta. Pero yo pienso que es indispensable tenerla en cuenta. Y también creo que mucha de la filosofía que se hizo en el siglo XX no logra pasar encima de esta valla. Las siguientes reflexiones trataran un poco el por qué algunos no pasan, y también pensaremos en algunos casos que posiblemente sí lo logren.

* * * * *

Antes de concluir para hoy, una reflexión más sobre uno de los métodos de Wittgenstein, en particular sobre su forma de redacción (simplemente porque algo me hizo pensar en esto; no está directamente relacionado con este tema). Él dijo que cuando se escribe filosofía, no se le debe ahorrar al lector el trabajo de pensar. Esto, desde luego, es peligroso, ya que puede dar lugar a lo que Dennett llama "el uso inadvertido de la escoba de Occam": con el afán de no ofender el interlocutor erudito, dejar de explicar cosas que sí requieren explicación. (Dennet, D. 2013. Intuition Pumps and other Tools for Thinking. New York, London: WW. Norton & Company. p. 42). Pero yo creo que el consejo de Wittgenstein también tiene su mérito. La necesidad de pensar intensamente sobre lo que se lee le deja a uno la impresión de haber conquistado algo, de haber descubierto uno mismo algo importante. Es muy difícil que una conquista así no cause una impresión permanente y que no sea una excelente (si arriesgada) herramienta de convencimiento. Conmigo funcionó (llevándome también, sin duda alguna, a muchos malentendidos) - creo que el riesgo vale la pena. Y los filósofos ¿qué otra cosa tienen que hacer que pensar sobre lo que leen?

Lenguaje y Pensamiento

Transfiero acá el primer par de mensajes del blog trilingüe original, para mejor continuidad:

E 0051

Esta fue una pausa muy larga. Empezaré revelando de qué trataba el hilo en alemán de las últimas semanas. No haré una traducción exacta ni un recuento detallado. Trataré de ser más breve.

La situación (no tiene nada que ver con el argumento, pero quizá nos sirva para ambientarnos):

Estábamos reunidos unas personas que no nos habíamos visto en un buen tiempo aquí:

http://www.boheme.at/

Estaba bueno el alimento, el vino y el ambiente - puro Pavarotti y Plácido Domingo, y nada de filosofía (el único loco presente era yo).

De repente, así de la nada, surgió el comentario "tú también piensas que esto es una estupidez, de que sin lenguaje no haya pensamiento ¿no?" No me acuerdo de la formulación precisa de la pregunta, pero esto, más o menos, era su sentido. Nos pasamos un rato tratando de resolver la cuestión, sin llegar a nada; esto es, los hombres que estaban presentes, mientras las damas aguantaban su aburrimiento, pasando al fastidio, hasta que estaban hartas y cambiamos otra vez al tema de la ópera.

Preparando el terreno

Una vez regresado a México traté de decir algunas cosas que pudieran iluminar la situación - desde luego no tengo idea si lo logré. Trataré de hacer inteligible ahora en español lo que escribí en alemán en los últimos veintitantos mensajes.

Lo primero que traté de hacer es precisar un poco la imagen en que la pregunta se inspira. Esta imagen consiste, por una parte, en que el lenguaje parece ser una expresión perceptible de algo no perceptible: el pensamiento. Si el lenguaje es una traducción audible de un pensamiento presente en un medio privado, e.g., en la mente, parece obvio que el pensamiento debe existir antes e independientemente del lenguaje. Y este cuadro se refuerza, por otra parte con la idea de que nos sucede con bastante frecuencia que buscamos una expresión para algo que ya tenemos una muy clara intención de expresar - sólo que no hallamos la palabra.

Esto es algo que Wittgenstein trata casi literalmente en Investigaciones Filosóficas, entonces lo cité (§§ 335,337 - 340; 383, 384):

335. ¿Qué sucede cuando —al escribir una carta, pongamos por caso— nos esforzamos por hallar la expresión justa de nuestros pensamientos?—Este giro idiomático compara el proceso con uno de traducir o describir: Los pensamientos están ahí (quizá ya de antemano) y buscamos sólo su expresión. Esta figura se ajusta más o menos a diversos casos.—¡Pero qué no puede suceder aquí!—Me abandono a un estado de ánimo y la expresión viene. O: me viene [a la mente] una figura que trato de describir. O: se me ocurre una expresión inglesa y trato de acordarme de la correspondiente alemana. O: hago un gesto y me pregunto: "¿Cuáles son las palabras que corresponden a este gesto?" Etc.
   Si ahora se preguntara: "¿Tienes el pensamiento antes de tener la expresión?"—¿qué se habría de responder? ¿Y qué a la pregunta: "En qué consiste el pensamiento tal como estaba presente antes de la expresión?"

[...]

337. ¿Pero no he tenido la intención de la forma total de la oración, por ejemplo, ya a su comienzo? ¡así que ya estaba en mi mente antes de pronunciarla!—Si estaba en mi mente, entonces, en general, no estaría con una construcción distinta. Pero nos hacemos aquí de nuevo una figura desorientadora de 'tener la intención'; es decir, del uso de esta expresión. La intención está encajada en la situación, las costumbres e instituciones humanas. Si no existiera la técnica del juego de ajedrez, yo no podría tener la intención de jugar una partida de ajedrez. En la medida en que de antemano tengo la intención de la forma de la oración, esto está posibilitado por el hecho de que puedo hablar alemán.

338. Sólo se puede decir algo, después de todo, si se ha aprendido a hablar. Así pues, quien desea decir algo tiene también que haber aprendido a dominar un lenguaje; y sin embargo, es claro que al querer hablar uno no tiene que hablar. Como tampoco tiene uno que bailar al querer bailar.
   Y cuando se reflexiona sobre esto se capta el espíritu que hay tras la imagen del bailar, hablar, etc.

339. Pensar no es un proceso incorpóreo que dé vida y sentido al hablar y que pueda separarse del hablar, algo así como el Maligno tomó la sombra de Schlemiel del suelo. —¿Pero cómo: "no es un proceso incorpóreo"? ¿Es que conozco procesos incorpóreos, pero el pensar no es uno de ellos? No; me ayudé de la expresión "no es un proceso incorpóreo" en mi perplejidad cuando quería explicar el significado de la palabra "pensar" de manera primitiva.
   Pero podría decirse "Pensar es un proceso incorpóreo" si con ello se quisiera distinguir la gramática de la palabra "pensar" de la de la palabra "comer", por ejemplo. Sólo que parece empequeñecerse con ello la diferencia de significados. (Es como si se dijera: las cifras son objetos reales, los números no-reales.) Un modo de expresión inapropiado es un medio seguro de quedar atascado en una confusión. Echa, por así decir, el cerrojo a su salida.

340. No se puede adivinar cómo funciona una palabra. Hay que examinar su aplicación y aprender de ello.
   Pero la dificultad es remover el prejuicio que se opone a este aprendizaje. No es ningún prejuicio estúpido.

[...]

383. No analizamos un fenómeno (por ejemplo, el pensar), sino un concepto (por ejemplo, el de pensar), y por tanto la aplicación de una palabra. Por ello puede parecer que lo que hacemos es nominalismo. Los nominalistas cometen el error de que interpretan todas las palabras como nombres, o sea, no describen realmente su empleo, sino que por así decir dan sólo una indicación postiza de lo que sería una descripción tal.

384. El concepto 'dolor' lo has aprendido con el lenguaje. 
[Traducción de Alfonso García Suárez y Ulises Moulines. UNAM. México. 2003].

Hasta aquí la cita. La introducción de un texto de Wittgenstein en la discusión provocó una desviación que, sin embargo, permitió una aclaración sobre los objetivos filosóficos de Wittgenstein en general, antes de continuar con el tema, propiamente hablando.

A diferencia de como lo estaba haciendo hasta ahora, pienso llevar distintos hilos de discusión en distintos lenguajes más o menos en el mismo marco de tiempo. La continuación de este relato no será de inmediato, por lo tanto, pero tengo toda la intención de no demorarla excesivamente.


KW



# E 0052

Esta pausa se hizo mucho más larga de lo esperado. Es obvio que necesito cambiar algo en mi manera de redactar los mensajes en este blog.

La última vez había citado un pasaje más o menos largo de Investigaciones Filosóficas para describir en términos de Wittgenstein la postura, al menos en parte, de mi compañero de diálogo. Ciertamente, por más que intenté dejar la fuente en color negro en los último párrafos, el sitio siempre lo regresó a fuente roja. Espero que se note de todas manera donde termina la cita y donde empieza de nuevo mi comentario.

Mi interlocutor estaba de acuerdo que esta descripción daba en el blanco, pero ahora objetaba que Wittgenstein no daba una respuesta en forma de una explicación alternativa a su percepción, de que el lenguaje brota del pensamiento y que es una traducción de lo que pensamos sin uso de lenguaje (o quizá usando algún código neuronal - él no especificaba en su objeción de nuevo cuál exactamente era su postura, la dejó en los términos en que Wittgenstein la había formulado, al menos momentáneamente).

Como esta es una objeción que se antoja con frecuencia contra casi todo lo que dice Wittgenstein en Investigaciones Filosóficas sentía que había una oportunidad de describir en pocas palabras cuál era la postura en términos generales de Wittgenstein frente a este tipo de perplejidades; mi interlocutor en este momento, ciertamente, no sentía que lo que él tenía era una perplejidad, sino una certeza frente a una postura absurda de la gente que veía esto diferentemente. El término 'perplejidad' se adelanta un poco a lo que viene. También es cierto, desde luego, que la postura de Wittgenstein no se puede, en realidad, describir en unas cuantas líneas, porque no es ni una postura, ni una postura. Trataré de señalar, sin embargo, algunos aspectos de cómo Wittgenstein trata estas perplejidades que nos pueden ayudar a apreciar por qué no da el tipo de respuesta que mi partner estaba esperando, y porque este tratamiento del problema es últimamente exitoso.

Este es un punto sumamente importante para mi, que marca la diferencia entre la filosofía seria y no seria después de Wittgenstein; el aspecto que aquí me parece tan importante, mucho más allá del tema que estamos tratando aquí, le pongo por título: "el obstáculo de Wittgenstein", o en inglés "Wittgenstein's hurdle". O en alemán "Wittgensteins Hürde".


Al menos un aspecto de este obstáculo de Wittgenstein lo intentaré de describir en algunas de sus características a partir del siguiente mensaje en español, y que se extenderá probablemente un poco más de lo que fue mi respuesta original en alemán. Luego, probablemente podremos regresar a nuestro tema.